Una tarde sorprendí a la bestia infraganti.
En mi ausencia como un cachorro travieso había tomado por asalto mi placard, y se servía de mis ropas y mis zapatos para calentarse y masturbarse.
Salí sin hacer ruido y regresé a la hora que en principio tenía prevista.
Todo estaba ordenado y limpio, tal como yo lo había dejado.
Hasta la noche fingí ignorar todo. Esperé a tenerlo desnudo y de rodillas la pie de la cama pidiéndome por favor permiso para subir a dormir a mi lado...
oh,,por favor, por favor..
ResponderEliminary cual fue el castigo, cual fue...
esperare ansiosa, Sra...
jjadde curiosa! Antes que nada quise humillarlo y le ordené que cubriéndo su desnudez con un desabillé negro y transparente de mi guardarropa (que tanto le había gustado) bajara a comprarme cigarrillos en el kiosko de enfrente de casa ¡Eran las 2 de mañana y en ese negocio se juntan a tomar cerveza un grupo de muchachones! Protestando y descalzo ya que no le entraban sus enormes patas en mis zapatitos me hizo el mandado.
ResponderEliminarRegresó tan agitado y nervioso que me enterneció y no quise torturarlo más...
Después de hacerme una felatio durmió en la alfombra con las manos atadas a la espalda para que no se masturbe mientras yo descansaba.
Me resultó muy divertido.
Besos
Entiendo la humillación del esclavo, privado de su masculinidad ante otros hombres y sin tener el consuelo de la presencia de su Ama, para destacar ante los demás que su sacrificio está consagrado a su Deña.
ResponderEliminarEres una verdadera señora, mi querida Dama
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